Las pastilleras y pastilleros pasaron a la historia por el grito reclamo que ambientaba las estaciones de trenes de España durante mucho tiempo ¡¡legítimos caramelos de café con leche de Logroñooooo!!"
A finales del siglo XIX, las pastillas de café y leche alcanzaron gran popularidad como parte de las "pastas y dulces de viaje". Estos caramelos, que llevaban el nombre de Logroño por toda la geografía española, se consumían durante los largos trayectos en tren convirtiéndose en un acompañamiento imprescindible.
Además se erigieron como símbolo de la ciudad y se convirtieron en un obsequio esencial para los forasteros que la visitaban.
A principios del siglo XX, la fabricación de estos caramelos alcanzó gran popularidad, y se estableció una forma de diferenciar aquellos que eran considerados "legítimos" y provenían de Logroño con las fabricados en otros lugares. Pero también en la batalla de la publicidad se destacaban los elaborados por las casas de mayor tradición frente a otras marcas más recientes o elaboraciones caseras.
Todas las marcas logroñesas o no, recién llegadas o pioneras, tuvieron que afrontar una gran competencia entre ellas. Cuestión que se agravaba en las pastilleras que las fabricaban en sus hogares y las vendían de manera ambulante.
En Logroño, este colectivo, ajeno a los mostradores solo, les quedaba los alrededores de las estación de trenes. En su proximidad, las vendedoras se disputaban diariamente la atención de los viajeros, con la esperanza de conseguir un modesto ingreso.
La tenían prohibida dentro del recinto de la estación de ferrocarril donde en exclusiva se vendían las pastillas de Vda. de Solano, pero por si esto no fuera poco, el ayuntamiento prohibió la venta ambulante en un lugar clave como era la acera de la calle Estación hoy Avda de La Rioja.
Así, las pastilleras ambulantes para propiciar el encuentro con sus clientes, no les quedaba otra opción que llamar a voces desde la calzada o el paseo del Espolón a los viajeros del ferrocarril y de los coches de línea que por allí paraban. ¡¡legítimos caramelos de café con leche de Logroñooooo!!"
En 1906 Cándida Amelivia, fue denunciada por el Interventor del Estado en Ferrocarriles, y multada junto a Emilia Gómez y Emilia Peciña con la desorbitada multa 15 pesetas por arrimarse a vender en la verja de la estación, infringiendo el Reglamento de ferrocarriles. Pero, su osadía vendiendo caramelos fue premiada dos años después con motivo de la visita de S.A.R. la infanta Isabel (popularmente llamada la "chata") a Logroño. (1*)
La visita a Logroño en 1906 de la infanta Isabel, una visita muy acaramelada.
¿¡Sin duda, Logroño regalando por tres veces a la hermana de rey sus famosísimos caramelos, dejó claro el origen de las pastillas de café y leche!!
El Ayuntamiento, en posición neutral en la controversia entre los sobrinos de Celestino Solano y su viuda, organizó que en la plazoleta del puente de hierro fueran los sobrinos de Celestino, representantes de la marca 'La Cabra', quienes ofrecieran a la infanta Isabel sus caramelos de bienvenida. Posteriormente, en la recepción oficial en el Hotel Comercio, fue el turno de Gregorio Cabañas, propietario de la marca 'Vda. de Solano', para obsequiar a su Alteza Real con sus caramelos de café y leche, esta vez presentados en un lujoso estuche de terciopelo granate. (2*)
El día no terminó sin caramelos. A la salida del teatro Cándida Amelivia, una humilde pastillera de Logroño obsequió de manera espontánea a la infanta sus caramelos café y leche, presentados en una elegante caja decorada con flores y cintas de seda. "Su Alteza Real" mostró su satisfacción por el obsequio y, al día siguiente, como muestra de agradecimiento, le hizo llegar 20 pesetas.
Por una vez Cándida, pudo ir más allá de la acera de la Estación sin ser multada, y su atrevimiento tuvo premio y al igual que Vda de Solano y la Cabra fue proveedora de la Casa Real, por un día.
LAS MARCAS DE CÁNDIDA AMILIVIA, VENDEDORA AMBULANTE
Las marcas de Cándida Amelivia, no sabemos si registradas pero, si sometidas a los controles sanitarios del laboratorio oficial se llamaron: 'Escultura de Espartero' (1908), más tarde 'Espartero' (1909) y probablemente 'Vda. de Laurenao Ruiz e Hijos' (1922).
De las contemporáneas vendedoras de estación o callejeras como Cándida Amelivia de Logroño, se conocen los nombres de María Córdoba, Primitiva Monforte, Segunda Nalda, Emilia Gómez, Constantina Sánchez Suberviola, María Zorrilla, Emilia Peciña y entre ellos Nemesio Pascual (Monin), Emilio Gómez, Ceferino Rodríguez Peciña...
Las pastilleras han pasado a la historia por el grito reclamo que ambientaba las estaciones de trenes de España durante mucho tiempo de "¡¡legítimos caramelos de café con leche de Logroñooooo!!"
Notas
(1*) Para poder valorar la importancia de la multa y del premio, hay que tener en cuenta que una costurera ganaba aproximadamente 0,75 pesetas al día por 10 horas de trabajo.
(2*) Vda. de Solano y la Cabra, los dos acreditados confiteros ganaron medallas en distintas Exposiciones y fueron proveedores de la Casa Real, distinción que muchas empresas y fabricantes ostentaban publicitariamente con orgullo como indicativo de que eran "los mejores" en su especialidad.